17.12.18

3 días de diciembre

Miércoles 15 de diciembre de 2010, llego a casa sobre las ocho como de costumbre, me conecto a Facebook y abro el chat a ver quien está disponible para charlar. Mis compañeros de piso están ya en sus habitaciones y como siempre, me toca cenar solo con toda la casa en silencio para mi. Justo cuando llega la hora de acostarse se publica una noticia en el muro: “Paul McCartney dará un intimo concierto en el 100 Club el próximo viernes 17 a la una del mediodía. Pertenece a una campaña para salvar el venue* centenario de la intención de derribarlo. Entradas a la venta el día 16 a las diez de la mañana con un único precio de 60 libras, sólo por internet”. Se me iluminan los ojos! Veo que se trata de Londres y busco donde se encuentra ése “100 Club”. Si! En pleno Oxford Street! No me lo puedo creer! Justo antes de acostarme hago los pertinentes preparativos para la mañana siguiente y añado el portátil para seguir la venta de las entradas a las 10 de la mañana. Jueves 16 de diciembre, me levanto temprano como siempre. El sol sale muy pronto y la falta de persianas me hace levantarme sin necesidad de despertador. Almuerzo de cereales y leche con miel. Hace mucho frío y la previsión es de nieve al final de la semana.Tomo el nº 13 como de costumbre que me lleva hasta Oxford Street. Esa mañana, excepcionalmente, localizo el 100 Club en pleno corazón de la ciudad justo antes de Tottenham Court Road muy cerca de St. Giles, la escuela donde estoy cursando el ‘Teacher Training’. Mejor imposible! Entro en un Starbucks en frente del local del concierto y me conecto a internet justo a las 10 de la mañana. Pero no hay suerte, se me cuelga varias veces y me es imposible acceder al sitio web. Cuando consigo conectarme un mensaje me dice que las entradas se han agotado. Como? Si no han pasado ni diez minutos! Salgo del Starbucks, cruzo la calle y entro dentro de la finca del nº100 de Oxford Street. En el portal me cruzo con una persona que resulta ser el propietario. Le pregunto por las entradas y me dice que ya no quedan; “No tickets available. No chance, so sorry…” Me quedo un rato inspeccionando los bajos del local donde se dará el concierto y me sorprende por lo pequeño que es. Cuando estoy a punto de salir entra el cartero en la finca y literalmente me lanza un gran paquete de cartas en el pecho. Le digo que no soy de allí y se va. Pienso en aquellas cartas que quizá alguna pueda tener alguna entrada y me escondo el fajo de cartas dentro la chaqueta. Consciente de la locura que estoy haciendo, pienso que quizás haya un callejón trasero. En efecto, la ‘salida de emergencia’ típica de Londres. Bajo las escaleras y entro al genuino local británico haciéndome un poco el tonto. Me sorprende su pequeño espacio con las paredes rojas llenas de fotografías. Admiro las celebridades que han tocado en el venue* a lo largo de su dilatada historia, desde artistas amateurs hasta los Stones, Eric Clapton y constato que aquellas paredes fueron vivo testimonio de la explosión del Punk en la ciudad a finales de los 70 con The Clash. Luego una chica, muy amablemente, me invita a salir del local. Voy a clase como de costumbre hasta las cuatro. Luego hago la segunda locura del día. Pienso que quizá estaría bien dejarse caer por la parte trasera del 100 Club para ver si se cuece algo. És prácticamente de noche, hace un frío tremendo y empieza a caer agua nieve. De pie, en frente de un portal cercano, me parece oír a Paul. En efecto, es la prueba de sonido y estoy seguro que oigo su voz. Aunque intento entrar y bajar las escaleras al final no tengo valor. Al día siguiente constato que en efecto era él. Estoy ahí esperando durante quizá un par de horas hasta que no puedo mas. Estoy completamente helado! Vuelvo a casa y me encierro en mi habitación, me siento en el suelo encima de la moqueta justo al lado del radiador y voy abriendo las cartas una por una. Nada! Las vuelvo a cerrar pensando en tirarlas de nuevo al buzón. 
Llega el gran día, 17 de diciembre de 2010! Me levanto sobre las 6 de la mañana. La verdad es que siempre me ha gustado madrugar y aquella mañana lo hice de una forma muy especial, como en las grandes ocasiones. Abro mi cuenta de Facebook y escribo, “one sweet dream, came true, today…” Pienso en pasearme por los alrededores del local a cazar algún autógrafo de Paul. Todavía no ha salido el sol y en la calle la temperatura es de unos 5 grados bajo cero. Ducha rápida, almuerzo de cereales y leche con miel dispuesto a protegerme del frío; tres jerseis, dos pantalones, botas, cazadora, bufanda, guantes y gorro! Llevo un par de vinilos; Abbey Road, una primera edición británica de 1969 con un error de imprenta muy buscada. McCartney, otra primerísima edición también británica de 1970 (justo el culpable de mi pasión por la fotografía). La partitura de Dear Prudence con las fotos del álbum blanco que “adquirí” en un mercadillo de Camden Town y mi nueva réflex profesional Nikon D700 con el angular 24mm. Justo aquel viernes se graduaban las profesoras que teníamos en el grupo del ‘Teacher Training’ y también era el ultimo día antes de las vacaciones de Navidad, así que la fiesta estaba asegurada. Con una de ellas, Kitty Woo, llevaba flirteando desde hacia semanas y esa era mi última oportunidad. Volvamos a aquella mañana. Salgo de casa pronto y tomo el nº 13 como de costumbre que me lleva hasta Oxford Circus. Como siempre, llego demasiado pronto pero me doy cuenta que no soy el único loco. Las primeras de la cola, un par de chicas, esperan desde las seis de la mañana soportando estoicamente una autentica ola de frío. Otros dos, sin entrada (como yo), también esperan que haya un poco de suerte. Disfruto ése momento de espera, no sólo por poder hablar en Inglés con gente de todas partes sino hacerlo con nuestro ídolo como hilo conductor. Empieza a nevar en Londres y el frío no cesa. Pocas veces en mi vida he pasado tanto frío. Se empieza a montar el dispositivo de seguridad previo y los “sin entrada” quedamos separados del resto. Decido echar un vistazo a la parte trasera del local donde se encuentran varios periodistas para recoger la llegada. Tras una larga espera, de repente una tranquila calle de Londres se convierte en un pequeño circo mediático con gente de arriba a abajo cortando el trafico momentáneamente. En efecto, momento de máxima emoción al ver llegar un coche de alta gamma gris y Paul saludando desde el asiento trasero del copiloto y los flashes de las cámaras a tope. Tras un momento de emoción, vuelvo a la realidad y me doy cuenta de que poco más puedo hacer. Tomo la transcendental decisión de volver a la entrada del local, el nº 100 de Oxford Street. Aquella fue una decisión al ultimo momento cuando, sinceramente, me disponía a irme a ahogar las penas en algún local del Soho. Empieza a entrar la gente dentro del diminuto local. En una hora muy extraña; Packed Lunchtime Concert anuncia el cartel pero me gusta. Un concierto a la 13 del mediodía! Observo atónito como se desvanecen todas las posibilidades para entrar. Empieza el concierto y el estruendo inicial de Magical Mystery Tour resuena con fuerza y se mezcla con el trafico de Oxford Circus. Penetra en mi una decepción interna difícil de describir. Quedamos tres colgados en la puerta esperando ‘…no se que…’ y llega el gran momento! Uno de los porteros saca tres brazaletes rojos del bolsillo y con un inglés indescriptible pide 60 libras para entrar. Uno de mis compañeros de espera emula un inolvidable “fucking bastards” que recordaré toda la vida. Aquel fue el último brazalete que quedaba y gracias a la negativa de mi compañero pude entrar al local sacando mis 60 libras preparadas en el bolsillo. Nadie me registró, había un poco de descontrol, podía haber llevado alguna arma y nadie se hubiera dado cuenta. Cruzo el pasillo y bajo las escaleras torpes a oscuras justo cuando suenan las primeras notas de Jet. Con la emoción veo en una esquina un par de chicas en la penumbra y sin pensarlo, le doy un beso a una de ellas! Todavía tengo dudas si era hombre o mujer. Entro dentro del local y la primera impresión es de agobio, hay unos 30 grados de diferencia respeto la calle pero me da igual. Empujo un poco por aquí y un poco por allá y din darme cuenta me planto en frente del escenario. Aunque una enorme columna me impide ver a Paul, a primera vista observo un piano de cola negro y deduzco que en cuanto se siente al piano será mi momento de gloria definitiva. Me empieza a entrar calor de verdad con tanta ropa pero me da igual. Canto y grito como nunca consciente que es mi gran momento. Por mi cabeza pasan infinidad de cosas, momentos vividos con ésa música como banda sonora y muchísimas personas que seguro darían lo que sea por poder estar donde estoy. Dentro de mi intimidad mas intima, me siento afortunado de vivir ese momento. Observo el pequeño escenario con todo el equipo de amplificadores a simple vista. Realmente impresionante! Como presentía llega la hora del piano. En efecto se sienta delante mío y interpreta The Long and Winding Road, el último sencillo de los Beatles de 1970 y uno de mis preferidos y Maybe I’m Amazed, tema estrella del primer álbum debut en solitario de 1970. Una de las canciones de mi vida cuya carpeta fue la culpable de mi pasión por la fotografía. Me doy cuenta que llevo el vinilo original colgado del hombro y le enseño la parte trasera a Paul que me mira con una mezcla de sorpresa y nostalgia. Vuelve al centro del escenario y esta vez puedo coger un sitio mejor. 

En mi mente quedan grabados los acordes y la introducción de Blackbird perfectamente visibles desde mi sitio… inolvidable!

Me doy cuenta que todo me pesa y mi momento de máxima plenitud a pasado y decido cambiar de perspectiva hacia una de las barras, despojarme de todo lo que llevo (que no es poco) y tomarme una buena pinta Inglesa. Disfruto del local típico Inglés con la gente gritando histérica y aquel olor de humedad ambiental tirando a pútrido típico londinense. Llegamos al final antes de los vises… Band on the Run, Ob la di, Ob la da (suena tremenda). Llamo a mi madre durante los coros finales de Hey Jude. Tenia que compartir aquel momento inolvidable con alguien y pensé en mi madre. A la vuelta interpreta Yesterday, momento muy emotivo. Se produce un silencio sepulcral en la sala. Aunque es la canción mas versionada de la historia de la música nunca me ha entusiasmado. Pero deduzco que se trata de otro himno Británico y me emociona mucho al oírlo. Me acerco a una esquina para poder coger un sitio mejor antes del final y conozco una pareja de españoles justo cuando suena Get Back. En esa esquina saco mi cámara y tomo un par de fotografías angulares justo la perspectiva perfecta con el escenario, el publico y la escasa distancia que los separan. Pensé que si me veían los de seguridad me requisarían la cámara por eso no hice mas. Solo aquella inolvidable perspectiva. En ese momento detrás mío encuentro a Ron Wood y le grito como si estuviera lejos pero lo cierto es que está muy cerca. Creo que se asustó. Final trepidante The End para cerrar el circulo con Abbey Road. Finalmente intento conseguir un autógrafo, la pareja me deja un pequeño sitio a primera fila. Paul me coge la mano derecha para firmar la partitura pero las vallas ceden por la presión de la gente y se marcha rápidamente. Una lastima! Salgo del local sobre las 16 con un cielo radiante soleado y rápidamente voy hacia el pub The Swan justo detrás del colegio en Russell Square donde la fiesta de graduación ha empezado. Aunque la hora pueda parecer extraña, en Inglaterra es muy habitual salir de clase o del trabajo los viernes a primera hora de la tarde hacia el pub mas cercano. Una postal muy británica que llevaré siempre conmigo. Aún lleno de emoción por lo que acababa de vivir, cuento a mis profesoras y a los compañeros de clase lo que acababa de vivir hacia pocos minutos. Con la emoción aun bien visible, me tomo un par de pintas y el alcohol me sube muy rápido. Me siento eufórico y mi inglés brota con fluidez. En el baño inferior del local me cruzo con Kitty, una de las profesoras. Una preciosidad Galesa con los ojos verdes y el pelo castaño que se volvía rojizo al sol, un perfil muy habitual en Gran Bretaña. Lleva un jersey verde de lana escocesa muy parecido a uno que tenía y todavía conservo. Aquellos jerséis se convirtieron en nuestro símbolo y fueron un poco nuestro principal nexo de unión. En el sótano, después contarle lo vivido terminamos besándonos... 

Algunos de los protagonistas de esta historia...

A la mañana siguiente Londres se levantó completamente blanca. Una fuerte nevada, que duró prácticamente todo el fin de semana, paralizó todo el país, el aeropuerto de Heathrow y varios aeropuertos de media Europa. Aquellas Navidades mucha gente no pudo volver a sus países y quedaron atrapados, muchos de ellos durmiendo en despensas aeropuertoarias. Yo tuve suerte, mi querido aeropuerto de Luton, al ser el mas pequeño, se salvó de la falta del liquido anticongelante para refrigerar aviones. 

Love from UK!


*Venue: pequeño local de ensayo y concierto para bandas "amateurs" que empiezan

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